Por: Pbro. Rubén Sánchez
En los últimos años, en estos momentos de pandemia, somos testigos del grave sufrimiento que aflige a muchos en nuestro pueblo motivado por la pobreza y la exclusión social; sufrimiento que ha afectado a las personas, a las familias y a la misma Iglesia.
Un sufrimiento que no se debe únicamente a factores económicos, sino que tiene su raíz, también, en factores morales y sociales.
La mirada de la Iglesia sobre los pobres es una «mirada de fe» (Cf. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, No. 81), una mirada compasiva como la del Buen Samaritano (Cf. Lc 10,30-36), porque «los rostros sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo», lo que le hace ver las necesidades de los pobres como propias y sentir el impulso de hacerse presente en medio de ellas con una respuesta eficaz (Cf. Aparecida, Documento conclusivo, Nos. 358, 391).
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La pobreza bajo una mirada crítica
La mirada de la Iglesia sobre la pobreza es una mirada crítica, que además de contemplar los rostros que la mueven a compasión, busca descubrir las causas que la provocan y los desafíos que estas injusticias hacen a su vocación profética. Frente al drama de la pobreza la Doctrina Social de la Iglesia realiza una tarea de anuncio y denuncia.
Sin embargo, hay que reconocer que este mismo sufrimiento ha generado un movimiento de generosidad en personas, familias e instituciones sociales que es obligado poner de manifiesto y agradecer en nombre de todos, en especial de los más débiles. Dicha generosidad nos ha recordado la promesa de Dios a través del profeta Elías cuando afirma que no le faltará ni el aceite ni la harina a la pobre viuda que supo compartir con el profeta lo poco que le quedaba para subsistir (Cf.1 R 17,14).
La Iglesia nos invita a todos los cristianos, fieles y comunidades, a mostrarnos solidarios con los necesitados y a perseverar sin desmayo en la tarea ya emprendida de ayudarles y acompañarles. La Megamisión es una oportunidad para que cada uno de nosotros con nuestros amigos, familiares, conocidos y vecinos podamos unirnos y compartir nuestra vita, tiempo y vienes en medio de las limitaciones y precauciones que la situación que vivimos merece.
El Papa Francisco nos dice: “Tender la mano hace descubrir, en primer lugar, a quien lo hace, que dentro de nosotros existe la capacidad de realizar gestos que dan sentido a la vida. ¡Cuántas manos tendidas se ven cada día!”.