Acompañamiento Pastoral

Tomando pie de lo dicho hasta ahora, podemos afirmar que el Acompañamiento Pastoral es el arte práctico del cuidado espiritual de las personas. Consiste en el arte de compartir la propia vida con cuantos sea posible, con Cristo, Buen Pastor, a través de la escucha integral y el prudente discernimiento. El ámbito de acción es la conciencia humana y la forma de actuación se basa en el encuentro personal -individual o grupal-.

El Acompañamiento pastoral es la manera cómo una persona se hace presente, oportuna, real y eficazmente, en la vida de otras personas. El cristiano -que es apóstol por naturaleza- cree y vive que Dios, en Cristo Jesús, se nos ha revelado y manifestado como Creador, Salvador y Santificador, uniendo su Divinidad a nuestra humanidad a través de una relación personal de Amor.

El Acompañamiento Pastoral hace referencia a dos realidades muy específicas, por las que se entiende y expresa mejor la misión evangelizadora en la Iglesia Católica.

A. Acompañamiento: realidad personal que expresa la relación interpersonal, a través de encuentros en los que se comparte la vida mutuamente.
B. Pastoral: realidad práctica y ejercicio del cuidado personal integral -individual y comunitario- desde la realidad espiritual (Comunión).

Ambas realidades coexisten en un contexto muy particular: el legado de Amor enseñado, vivido y transmitido por Cristo Jesús a sus apóstoles a quienes hemos recibido su invitación a participar con Él de este mismo estilo de vida (discípulos misioneros). Esta vinculación con Cristo se entiende como respuesta personal a su llamado -aprendiendo, viviendo y testimoniándole-. No se entiende el Acompañamiento Pastoral sin esta experiencia y relación personal con Cristo, Buen Pastor; Camino, verdad y Vida; Maestro de vida y de amor.

Mensaje del Papa Francisco

Mensaje para la jornada mundial de las misiones 2020 en el contexto de los sufrimientos causados por el covid-19.

«En este año, marcado por los sufrimientos y desafíos causados por la pandemia del covid-19, [el] camino misionero de toda la Iglesia continúa a la luz de la palabra que encontramos en el relato de la vocación del profeta Isaías: «Aquí estoy, mándame» (Is 6,8). Es la respuesta siempre nueva a la pregunta del Señor: ¿A quién enviaré?» (ibíd.).

Esta llamada viene del corazón de Dios, de su misericordia que interpela tanto a la Iglesia como a la humanidad en la actual crisis mundial.

Papa Francisco.